Montse estaba en la tienda aquella mañana y le dije que aquella tela era para mi. Habían más colores, a cual más bonito pero este grisaceo era único. Cogió sus tijeras y zas ya tenía el trozo de esa maravillosa tela para mi. Era calentita, de lana y le colgaban unos flecos grises brillantes que le daban un toque de elegancia que no se podía aguantar. Ahora me faltaba el forro. Yo he de decir que para los forros soy poco atrevida, normalmente liso y negro o gris. Montse me dijo que me parecía una tela estampada sedosa. Mi respuesta inmediata hubiese sido no pero pensé, cambia y si ella te dice este confía en ella que ella entiende.
El resultado ahora lo veréis, es precioso, las fotografías no le hacen justicia. Opinar vosotras pero la gente que ya lo ha visto les ha gustado.
Gracias.
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